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Foto del escritorPrensaFMSantader

Cúcuta a merced del Tren de Aragua

Miembros de la banda, entre los que habría venezolanos y colombianos, que no operaban en la zona antes de la pandemia, ahora están activos y visibles porque sus negocios han mermado en Venezuela y en las zonas de trochas


La disminución del paso de migrantes por las trochas de la frontera colombo-venezolana ha llevado a los miembros de la peligrosa megabanda delictiva Tren de Aragua a extender sus operaciones en la zona y a moverse a otros puntos de la ciudad colombiana de Cúcuta, donde tiene presencia desde hace cerca de tres años.


Ya el Tren de Aragua no actúa solo en medio de los caminos de tierra llenos de maleza en las inmediaciones del río Táchira, afluente que divide los territorios de Venezuela y Colombia, ni tampoco se mueve amparado por la oscuridad de la noche, ahora maniobra a plena luz del día.


En La Parada, primer sector al pasar el Puente Simón Bolívar, nadie se atreve a señalarles, todos les temen porque «tienen ojos en todos lados».


«La gente sabe quiénes son solo algunos, pero quiénes son la mayoría de sus miembros o colaboradores no lo podemos decir con seguridad, porque han crecido, por eso es mejor morir callado, no decir nada y lo mejor es que no se enteren de que usted es periodista, porque me mete en un problema. Haga que está comprando y no se ponga a tomar fotos aquí. Tome solo en el puente, por donde está la policía y la Dian», dijo un comerciante de La Parada una tarde de un día de la segunda quincena de enero.


Para tener tranquilidad y seguridad en la zona este comerciante debe garantizar un aporte semanal al Tren de Aragua de 35.000 pesos, unos 10 dólares, que debe entregar a los cobradores que puntualmente pasan los fines de semana a recoger la plata.


Pero no solo los comerciantes son extorsionados por los presuntos miembros del Tren de Aragua, también mototaxistas, vendedores informales de comida y hasta los carretilleros que pasan las maletas y paquetes de los migrantes de un lado a otro del puente. No se salva casi nadie, le piden dinero a todo aquel que tenga alguna participación en el movimiento económico de la zona.


No obstante, estas acciones todavía no están completamente instauradas, de acuerdo con lo que dijeron a En Frontera taxistas y vendedores informales, a los que aún no les han cobrado.


«Por ahí un man le dijo a los compañeros que iban a poner una cuota, pero no, papi, aquí la cosa está mala para estar pagando nada. Aquí ya no hay clientes como antes, eso era antes de la pandemia que había mucho movimiento y gente que venía a comprar; ahora no hay muchos que pasen de un lado al otro, y así no hay nada. ¿Qué nos van a pedir si a veces uno pasa el día en blanco esperando un cliente para llevarlo a Cúcuta a comprar?», contó un taxista.


Fuente : https://www.elnacional.com/

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