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Crisis de suministro de combustible para aviones en Colombia: entre la desorganización y la falta de responsabilidad del Gobierno

En una jornada marcada por la incertidumbre y la tensión, el Gobierno colombiano, junto con las aerolíneas Latam y Avianca, anunció el restablecimiento de las operaciones normales en el país tras haber comunicado previamente la necesidad de cancelar y reprogramar vuelos debido a una presunta escasez de combustible. Esta situación, que generó alarma entre las aerolíneas, el sector petrolero y los usuarios del transporte aéreo, puso en evidencia la falta de coordinación y planificación en el manejo de una crisis que pudo haberse evitado.

El lunes, la Aeronáutica Civil aseguró tener pruebas de que "hay en el país existencias de combustible Jet A1 en la cadena mayorista y a disposición de los aeropuertos para soportar la operación de las aeronaves de servicios aerocomerciales". En su declaración, advirtió a las aerolíneas que no debían cancelar vuelos, un llamado de atención que resaltó la discrepancia entre la información oficial y la realidad que enfrentaban las compañías aéreas.

Desde el domingo, numerosos retrasos y reprogramaciones afectaron a cientos de pasajeros en toda Colombia. Las aerolíneas, ante la escasez percibida de combustible, optaron por anunciar ajustes en sus operaciones, lo que incrementó la incertidumbre y afectó significativamente la experiencia de los usuarios del transporte aéreo. Avianca, por ejemplo, comunicó que, debido a la "contingencia de combustible de aviación", implementó medidas como ajustes en itinerarios, cambios sin penalidad y cierres temporales de algunos vuelos a la venta.

En medio de la confusión, la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas emitió un comunicado destacando las "medidas para normalizar el abastecimiento de combustible de aviación". Poco después, Terpel, el principal distribuidor del país, informó que había normalizado el suministro, afirmación que fue respaldada por la ministra de Transporte, María Constanza García. Según la ministra, Terpel contaba con suficiente combustible para abastecer los aeropuertos del país y satisfacer tanto los pedidos ya realizados como las adiciones requeridas para los meses de agosto y septiembre.

Sin embargo, este episodio revela problemas más profundos en la gestión del suministro de combustible en Colombia. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) y su filial en Colombia ya habían advertido al Gobierno de Gustavo Petro sobre las dificultades para el abastecimiento desde el 23 de agosto. A pesar de estas advertencias, parece que no se tomaron medidas preventivas suficientes para evitar la crisis.

El análisis de esta situación deja al descubierto una serie de fallos en la administración del sector por parte del "Gobierno del Cambio", que se ha mostrado reacio a asumir responsabilidades. Las declaraciones oficiales que aseguran la existencia suficiente de combustible contrastan con la realidad vivida por las aerolíneas y los usuarios, que experimentaron de primera mano los efectos de una aparente falta de coordinación y planificación adecuada. Este evento no solo perjudicó a los pasajeros sino que también afectó la confianza en la gestión gubernamental de sectores estratégicos como el de combustibles para la aviación.

Además, la falta de acción oportuna por parte del Gobierno podría interpretarse como un reflejo de desorganización y falta de cuidado en la toma de decisiones críticas. En lugar de abordar la crisis con transparencia y responsabilidad, los altos funcionarios han optado por discursos que minimizan el problema, contradiciendo las vivencias de las aerolíneas y los usuarios.

La situación plantea interrogantes sobre la política del Gobierno de Gustavo Petro respecto a la gestión del suministro de combustible y la posibilidad de futuras restricciones que puedan impactar aún más al sector aeronáutico. Si bien las operaciones han vuelto a la normalidad, el episodio deja un sabor amargo y la certeza de que, en términos de organización y respuesta, hay mucho por mejorar para evitar que una crisis de esta naturaleza se repita. En última instancia, los mayores afectados son los colombianos, quienes dependen del transporte aéreo para su movilidad y que esperan respuestas claras y efectivas por parte de sus líderes.

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