Después de ocho años de intentos por materializar la Megavía 4G que conecta Bucaramanga con Pamplona, Colombia, el proyecto ha sido oficialmente dado por terminado. Iniciado en 2016 como parte de las vías de cuarta generación, este corredor vial se une a la lista de proyectos que no lograron alcanzar sus metas en el país.
La culminación oficial del proyecto ocurrió el pasado viernes, 17 de mayo, en una decisión tomada de mutuo acuerdo entre el Gobierno Nacional y la empresa concesionaria a cargo. Francisco Ospina, presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), destacó que esta medida se debe en gran parte a las transformaciones que han ocurrido en el panorama de la infraestructura colombiana en la última década. Proyectos estructurados en 2012 o 2013, como en el caso de esta Megavía, se enfrentan hoy a desafíos técnicos y financieros que los hacen inviables.
A pesar de compromisos financieros por aproximadamente $1,4 billones, la Megavía solo logró alcanzar un avance del 11,22% desde el inicio de su construcción en 2016. Esta situación ha generado preocupación en diversos sectores, incluyendo la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), que ha enfatizado la importancia de retomar el proyecto con una nueva concesión.
Según la CCI, es esencial estructurar una nueva concesión que permita el desarrollo de una obra de mayor envergadura, conectando en doble calzada desde Barrancabermeja hasta Cúcuta. Esta propuesta podría expandirse más allá de la Megavía originalmente planificada, la cual contemplaba la construcción de 14,6 km de calzada sencilla, el mejoramiento de 100,6 km, la rehabilitación de 19 km, y la operación y mantenimiento de todo el corredor.
En medio de este escenario, queda latente la necesidad de replantear estrategias y garantizar la efectividad en la ejecución de proyectos de infraestructura, crucial para el desarrollo y la conectividad del país.
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